viernes, 26 de abril de 2013

¿Cómo nos vamos a comportar cuando seamos profesores?


Cuando éramos pequeños, había muchas cosas que nos gustaban del colegio. ¿Qué éramos nosotros sin el recreo, sin ese tiempo libre que aprovechábamos para pasárnoslo bien con nuestros amigos? O esas clases de Educación Física, cuando jugábamos al baloncesto, fútbol o beisbol con el pie; como también las clases de Música y Plástica, que hacíamos cosas diferentes a las que hacíamos en las otras clases, como tocar la flauta o pintar con las ceras blandas. También nos encantaban las excursiones y salir de la clase en cualquier momento…¡lo que nos gustaba perder clase!

Por otro lado, una de las ventajas que teníamos era la cercanía que mostraban los profesores hacia nosotros, pues siempre estaban a nuestra disposición cuando teníamos cualquier problema. Pero sin duda, lo mejor de lo mejor eran las fiestas del colegio. Carnavales, obras de teatro de Navidad, la Semana Cultural, fin de curso… en fin, la etapa del colegio fue una de las mejores de nuestra vida, porque aparte de aprender, nos lo pasábamos genial.

Sin embargo, también había cosas que no nos gustaban, como todo. Lo que más costaba era madrugar, con lo bien que se estaba en la cama. Tampoco nos gustaba hacer exámenes, puesto que teníamos que estudiar y eso nos quitaba tiempo de ir al parque o de jugar. Por último, esos profesores tan anticuados, que no hacían nada nuevo para llamar nuestra atención, tampoco nos agradaban, eran los profes “menos guays”.

Y ahora, cuando somos nosotros los profesores, los que tenemos que ver lo que les gusta y lo que no a nuestros alumnos, ¿vamos a ejercer nuestra profesión en base a lo que nos gustaba de pequeños?

Hay cosas que no podemos decidir nosotros, como no hacer exámenes o no madrugar. Pero si podemos hacer que las cosas buenas recompensen a las malas. Somos de esas futuras profesoras que nos gusta innovar, y hacer todo lo posible porque nuestros alumnos aprendan a la vez que se lo pasen bien. Seríamos como esas amigas mayores de nuestros alumnos, que estaríamos ahí cuando necesitaran algo. Al igual que intentaríamos llevarlos de excursión más a menudo para que aprendan a aplicar sus conocimientos en la vida real; como también daríamos alguna clase fuera del aula, para que los alumnos se motivaran. Creo que tendríamos bastante en cuenta los gustos de nuestros alumnos, pues nosotras también hemos sido pequeñas y hemos querido que nos tuvieran en cuenta.

En resumen, seríamos profesoras “guays” pero sin olvidar el fin de nuestra profesión, que es enseñar.

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